Educar para el Consumo es Redimir

Publicado: abril 11, 2008 en General
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En nuestro país, existe incoherencia entre las capacidades de consumo de las capas sociales superiores que transmiten el modelo de consumo predominante, y el resto de la población, lo que se percibe en las transformaciones de la cultura local vivida en diferentes contextos de nuestro territorio, con la absorción de nuevos estilos de vida, de cierta manera impuestos en estos contextos por el modelo neoliberal. El modelo de desarrollo Capitalista promueve nuevas pautas de consumo que difieren en contenido y forma de los modelos históricamente conocidos[1]. La lógica del sistema capitalista ha instalado la imagen de un “Consumidor Soberano”, asumiendo que este toma sus decisiones de manera aislada, racional, e informado sobre las alternativas y consecuencias de sus decisiones y elecciones. No obstante, se hace ineludible comprender que las necesidades de consumo, más que responder a impulsos biológicos, son producto y resultado de relaciones socioculturales complejas, que se definen según los modos en que cada sociedad define su sistema de necesidades, es decir, las necesidades se producen y reproducen en contextos sociales. El comprender las necesidades como “estructuras mediatizadas por lo social”, implica que tanto las prioridades de las personas como los modos en que suplen sus necesidades son el resultado de las estructuras sociales y contextos históricos en que habitan. Es decir, originadas por un objeto simbólico social, más que por el deseo.

 

Como en otras sociedades capitalistas, la “producción simbólico social de la necesidad” en Chile se caracteriza por orientar al consumo estimulando la demanda de bienes y servicios en el mercado. Generando un fuerte efecto de demostración de status y de pertenencia a determinados segmentos del estrato social.

 

Lo anterior nos lleva a reflexionar en torno a que los espacios de interacción producidos por el consumo son espacios de poder, en tanto las relaciones de consumo no responden necesariamente a una relación libre o individual. Desde esta perspectiva Educar es redimir.

 

La educación para el consumo puede modificar parcialmente este fenómeno, en la medida que se preste una adecuada atención conceptual y metodológica a aspectos como contemplar el conocimiento de cómo las personas conciben la realidad económica, para el diseño de estrategias educativas más eficaces y para el desarrollo de hábitos más efectivos de consumo[2], el fomento del uso racional de los recursos y la participación ciudadana en estrategias de intervención en problemas de asimetrías de información o desigualdades sociales. 


[1] Pérez, L; 2005

[2] Denegri,M; 1999

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